Municipio situado en la ribera izquierda del río Jalón, Lumpiaque produce abundantes frutales de la huerta del Jalón.
Lumpiaque se extiende en la vega que limita el río Jalón y el barranco de Rané. Su caserío se articula en torno a una larga calle, la calle “Muntadas”, en la que abundan edificios del siglo XVIII con su característico alero en nacela. Destaca al final de la misma el granero del Conde de Aranda, un edificio de planta rectangular, de dos alturas y cubierto con tejado a dos aguas y teja árabe; está fechado en el siglo XVIII.
Iglesia de San Francisco de Asís
Por la calle Ramón y Cajal se alcanza la iglesia de San Francisco de Asís, que conserva su torre mudéjar con decoración de rombos, ménsulas y almenas. Edificio mudéjar reformado entre siglos XVII y XVIII. La Iglesia está compuesta por una nave de cinco tramos, cubiertos por bóveda de medio cañón con lunetos. En los tres tramos centrales se abren por medio de arcos de medio punto capillas laterales, más profundas las del lado norte que son de planta cuadrada, cubiertas con bóvedas de lunetos perpendiculares a la nave.
La torre mudéjar, único elemento de la primitiva construcción (s. XVI), es de planta cuadrada y consta de tres cuerpos, de los cuales solo dos se adscriben al mudéjar. El tercero se recreció en el siglo XVIII, también con ladrillo en estilo neoclásico, como campanario, lo cual supuso el cegado parcial de los vanos del cuerpo de campanas de la parte mudéjar. En el interior presenta estructura de alminar hispanomusulmán a base de machón central de planta cuadrada en torno al cual asciende la escalera cubierta por bóveda.
Del interior del templo destacan los retablos de la Virgen del Rosario (s. XVIII) en el que se incluyen una talla de la Virgen con el Niño datada en el XVI; el de San Antón (s. XVII); el del Santo Cristo (s. XVIII); y una talla de madera policromada de la Piedad (s. XVIII) de gran teatralidad.
Plaza de “España”
Poco más allá de la iglesia, en la zona baja del pueblo, puede visitarse la antigua plaza en la que aún permanece el viejo edificio Consistorial fechado en el siglo XVIII. Es en esta zona donde se ubicó la primitiva población junto a los campos. Ahora destaca la gran carrasca centenaria de los huertos, situada junto a una casa fechada en 1933. Un poco más abajo se encuentran las enormes piedras que en su día formaron parte del edificio conocido en el municipio con el castillo.
La ermita de Santa Bárbara
En el otro extremo del municipio, en la zona más alta, se ubica la ermita de Santa Bárbara. que se levantó en el siglo XVIII y fue restaurada en el XX. Se trata de un sencillo edificio de planta de cruz latina, con una nave, crucero poco acusado y cabecera recta. Adosada a la cabecera se encontraba la casa del ermitaño, construida con tapial y ladrillo. En el cerro próximo hay numerosas cuevas-viviendas.
En las inmediaciones del casco urbano, han aparecido yacimientos arqueológicos por doquier. Destacan el Cabezo Blanco (Bronce final –Hierro I), Chilos (Prehistoria antigua / Reciente y Bróce final-Hierro I), Barranco de Rané (elementos de la época romana), Val de las Viñas (desde la prehistoria a época romana).
La Balsa y el Bodegón
Junto al barranco de Rané, un poco más adelante del cementerio siguiendo por el mismo camino, se encuentra una zona de recreo y ocio en torno a una balsa que recibe el agua de un manantial subterráneo, donde se puede disfrutar de un delicioso paisaje natural.
Una escalera desciende hacia el interior del “Bodegón”, como se conoce popularmente, túnel excavado en suelo con alto contenido en yeso, se alcanza el nivel freático de la zona, con lo que en determinadas épocas el agua del manantial puede verse al final del profundo túnel.
El paso subterráneo se divide en dos, un pasadizo hacia la izquierda que profundiza hasta alcanzar prácticamente el agua, y el de la derecha que lleva hasta una posición donde el agua queda en un pozo unos metros más abajo.
El agua del manantial tiene salida al exterior para llenar la balsa ascendiendo unos metros más arriba de la boca de entrada. Aquí hay una obra realizada en piedra, que profundiza unos metros por debajo del camino y en la que se abre una boca que permite salir al agua.
A lo largo del tiempo se ha achacado tan magna obra a los “moros” como suele ser habitual en estos pueblos ribereños con todo lo antiguo. Sin embargo, dada la proliferación de restos arqueológicos en el entorno, no sería descartable un origen anterior, de época celtibera o romana.